Juan Carlos González Regife y Victoria Jiménez querían una vivienda mínima para ellos y sus dos hijos, Marina y Pepe. La parcela se encuentra en la ladera este del cerro del Águila. Desde el lugar se dominan a este, norte y oeste interminables planicies plagadas de cultivos de secano, que muestran paisajes bellos y cambiantes según las distintas épocas del año. La silueta de Sevilla domina el horizonte en los días despejados.
La planta de acceso se asienta sobre una única cota, 50 cm inferior a la del acceso rodado. Se accede desde esta mediante una pequeña escalera que baja del garaje. Desde el vestíbulo de entrada se domina la situación del salón y sus vistas que se encuentra a una cota medio metro más baja. Un mueble enmarca el flanco derecho del recién llegado, que, sin llegar al techo, sirve de filtro de las imágenes que irá descubriendo, tanto del comedor como de la cocina en su camino de bajada al salón. Este se comunica con una terraza exterior que comparte el elemento de chimenea y permite en épocas de buen tiempo expandir las funciones del salón y comedor al aire libre. La cocina comparte una ventana corredera y un mueble bajo con este espacio exterior permitiendo el uso directo de la misma. Esta terraza está flanqueada por dos amplios bancos y se remata con tres escalones que salvan la diferencia de cota con el jardín. El flanco izquierdo del vestíbulo lo delimita un muro continuo que permite reconocer el perfil quebrado de la casa y la entrada continua de luz en cubierta.